
Colombia
El reconocimiento y tratamiento adecuado de estos puntos resulta fundamental para aliviar el dolor muscular crónico, evitar confusiones diagnósticas y mejorar la calidad de vida.
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Por: Juan Manuel Arias Montenegro
Creativo Digital

Los puntos gatillo representan una de las causas más frecuentes de dolor muscular y disfunción musculoesquelética.
Estos pequeños nódulos dolorosos, presentes en bandas tensas del músculo, pueden afectar a cualquier persona y constituyen uno de los motivos más habituales de visita al fisioterapeuta.
El punto gatillo miofascial es un nódulo palpable que aparece en una banda tensa del músculo esquelético y se manifiesta como una zona hipersensible que, al presionarla, provoca dolor local o incluso a distancia.
Los puntos gatillo pueden encontrarse en cualquier músculo del cuerpo, aunque son más frecuentes en músculos posturales como los de la espalda, ya que estos tienden a fatigarse por el uso intensivo o las malas posturas.
Existen diferentes tipos de puntos gatillo. Por ejemplo, los activos generan dolor espontáneo o al movimiento, mientras que los latentes solo duelen al ser palpados con fuerza; también, se reconocen puntos satélites, que aparecen en músculos cercanos al punto central afectado, y puntos gatillo ligamentosos, que pueden presentarse incluso en los ligamentos, contribuyendo a problemas articulares si no los trata un profesional cualificado.
La aparición de estos puntos está relacionada con la contracción sostenida de las fibras musculares; habitualmente, factores como traumatismos, malas posturas, estrés, sobreuso muscular, enfermedades sistémicas, alteraciones del sueño y deficiencias de vitaminas pueden provocar el acortamiento permanente de las sarcómeras, las estructuras que permiten la contracción muscular.
Cuando esto ocurre, la circulación de sangre y nutrientes en la zona se altera, lo que favorece la acumulación de toxinas e inflamación local.
El dolor de un punto gatillo tiene un patrón característico, pues al presionar el nódulo, suele aparecer una sensación dolorosa intensa en el mismo punto, pero, en ocasiones, el dolor se irradia hacia otras áreas, fenómeno conocido como dolor referido.
Por ejemplo, un punto gatillo en el músculo infraespinoso puede replicar los síntomas de una tendinopatía del hombro, mientras que los de la musculatura cervical pueden confundirse con migrañas.
Los pacientes pueden experimentar debilidad, restricción del movimiento y limitación en la vida diaria. En algunos casos, mover la articulación afectada empeora el dolor, y se pueden observar respuestas reflejas como el signo del salto, reacción de sobresalto al presionar el nódulo, o una contracción local del músculo al ser estimulado.
El diagnóstico de los puntos gatillo se basa en la evaluación clínica, dado que se utiliza la palpación para identificar bandas tensas y nódulos hipersensibles, así como para comprobar la presencia de dolor referido o de espasmo muscular al comprimir el nódulo.
Preguntas dirigidas al paciente sobre el reconocimiento del dolor y su irradiación ayudan a confirmar el diagnóstico, pues los fisioterapeutas también pueden emplear técnicas instrumentales como la sonoelastografía para diferenciar áreas con puntos gatillo, aunque la palpación sigue siendo el estándar.
Es común que el dolor miofascial se confunda con otras afecciones musculoesqueléticas, como tendinitis, mialgias, fibromialgia o enfermedades reumáticas, ya que comparten muchos síntomas; por ello, la identificación precisa del punto gatillo y su patrón de dolor es crucial para un tratamiento efectivo.
El tratamiento de los puntos gatillo busca desactivar el nódulo, aliviar el dolor y restaurar la función muscular. Las principales opciones terapéuticas incluyen:
La prevención de los puntos gatillo implica mantener una buena higiene postural, evitar la sobrecarga muscular, gestionar el estrés y realizar actividad física regular, razón por la que siempre es recomendable asegurarse de que el fisioterapeuta tenga la formación adecuada antes de someterse a técnicas invasivas como la punción seca.