Colombia
El intercambio de información sobre terceros es parte de la comunicación humana desde tiempos ancestrales.
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Por: Juan Manuel Arias Montenegro
Creativo Digital
El chisme siempre ha sido percibido como una práctica negativa, destinada a distorsionar la realidad y causar daño a quienes se convierten en sus protagonistas.
Sin embargo, diversas investigaciones recientes sugieren que divulgar información sobre otros puede ofrecer beneficios significativos para la salud y la integración social de las personas.
Desde los primeros rastros de comunicación humana, los relatos han ocupado un lugar central en la vida en sociedad, pues antes del surgimiento de la escritura, las pinturas rupestres ya buscaban transmitir historias e información.
A lo largo de la historia, los rumores y comentarios sobre otros han cumplido una función importante dentro de las comunidades.
Según Fernando Guzmán Aguilar, editor y reportero de la Gaceta UNAM, el chisme ha existido desde que el ser humano vive en sociedad.
La etimología refleja parte de su historia, incluso, la Real Academia Española define la palabra chisme como noticia verdadera o falsa, pero también como un objeto de poco valor.
Su origen se rastrea a términos griegos y latinos que hacen referencia a la división o separación, aludiendo al impacto que puede tener en las relaciones sociales.
El término tuvo diferentes adaptaciones regionales: en Venezuela se habla de “beta”, en Guatemala de “chambre”, en España de “chismorreo” y en México se utilizan palabras como “ventaneo” y “comadreo”.
Aunque el imaginario colectivo suele asociar el chisme con la difamación, los datos muestran una realidad distinta, pues un estudio publicado en la revista Social Psychological and Personality Science señaló que la mayor parte de lo que se considera chisme es, en realidad, información neutral.
Tres cuartas partes de las conversaciones analizadas por la psicóloga Megan Robbins y su equipo en la Universidad de California en Riverside no tenían contenido positivo ni negativo.
Hombres y mujeres compartieron este hábito por igual y solo cerca de un 15% de los chismes incluyó algún comentario negativo: "Compartimos toneladas y toneladas de información", explicó Jeremy Cone, psicólogo del Colegio Williams, al destacar que muchos de estos intercambios simplemente documentan hechos o actualizan información dentro de un grupo.
El chisme, desde esta perspectiva, ayuda a mantener actualizadas a las personas sobre lo que sucede a su alrededor sin intención de causar daño.
El chisme cumple un papel en la construcción de alianzas y en la protección de los intereses propios y del grupo.
La investigadora Elena Martinescu, del King's College de Londres, remarcó que chismear puede ser una estrategia inteligente porque permite estar al tanto de las dinámicas colectivas y crear vínculos de confianza con otros.
Al compartir información se puede identificar a los miembros confiables del grupo y también protegerse de quienes podrían representar una amenaza.
Kevin Kniffin y David S. Wilson, antropólogos de universidades estadounidenses, desarrollaron una investigación que señala que entre el 20 y el 65% de las conversaciones diarias incluyen chismes.
Estos intercambios no solo elevan el ánimo, sino que ayudan a reforzar el estatus social y las relaciones interpersonales; además, se convierten en una herramienta de defensa, especialmente cuando aparece un comportamiento disruptivo en el grupo.
Los expertos afirman que practicar el chisme puede contribuir al bienestar individual, dado que al intercambiar información sobre otros facilita la integración social, mejora el ánimo y fortalece las amistades.
Incluso se compara con los procesos de socialización en animales, como los monos, que generan lazos a través del contacto y el cuidado mutuo.
Kniffin aseguró que el cuidado de la reputación, reforzado por el chisme, ha sido crucial para la cohesión de las sociedades a lo largo de la historia.
Ante la posibilidad de ser el centro de atención por comportamientos negativos, las personas adaptan sus conductas para no convertirse en objeto de comentario.
El chisme, entendido como la transmisión de información sobre quienes no están presentes, está profundamente arraigado en la vida social.
Los especialistas coinciden en que, más allá de los riesgos de la distorsión o el daño, divulgar información ajena cumple una función necesaria en la salud emocional y la estructura de las comunidades humanas.
Mientras se ejerza con responsabilidad, el chisme puede ayudar a construir lazos, fortalecer la confianza y mantener la cohesión grupal.