Colombia
Estudios han demostrado que la lectura es un ejercicio mental que entrena la capacidad de visualización y anticipación, protegiendo las funciones cognitivas.
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Por: Juan Manuel Arias Montenegro
Creativo Digital
El hábito de la lectura estimula funciones cerebrales que pueden proteger la mente frente a enfermedades neurodegenerativas como el Alzheimer, de acuerdo con estudios publicados y especialistas en neurobiología y salud mental.
Así lo señaló el investigador brasileño Augusto Buchweitz, del Instituto do Cérebro (InsCer), que explicó a la Pontifícia Universidade Católica do Rio Grande do Sul (Pucrs) que leer exige un proceso complejo de imaginación, anticipación y aprendizaje, lo que representa un verdadero "ejercicio" para el cerebro.
Según la información recogida por la Pucrs, la lectura contribuye a mejorar la función cerebral, lo que ayuda a retrasar la aparición de síntomas vinculados a cuadros como la demencia o el deterioro cognitivo leve asociado al envejecimiento.
Un trabajo publicado en 2020 en la revista International Psychogeriatrics, de la Universidad de Cambridge, entregó evidencia después de observar durante 14 años a más de 1.900 personas mayores de 60 años.
Las personas que leían al menos una vez por semana presentaban menor riesgo de deterioro cognitivo, sin importar su nivel educativo.
Por su parte, la Organización Mundial de la Salud (OMS) sostiene que mantener activa la función cognitiva contribuye a que los adultos lleguen a la vejez con mejores índices de bienestar y calidad de vida.
La lectura no es solo un acto mecánico, pues el neurobiólogo Mauricio Díaz Muñoz, del Instituto de Neurobiología (Unam), afirmó que esta actividad involucra una coordinación de distintas zonas cerebrales: “Si le pusiéramos luces a cada una de las partes de nuestro cerebro cuando se activan pareceríamos árboles de Navidad”.
“La lectura es una actividad en donde el cerebro realiza varias acciones a la vez”, agregó Díaz Muñoz, que explicó que las zonas del encéfalo, la vista y los vasos sanguíneos participan para lograr que cada individuo reconozca y comprenda lo que observa.
En el recorrido, el cerebro también otorga sentido sintáctico y semántico a las oraciones que aparecen en el texto, lo que lleva a que surjan interpretaciones y emociones distintas según el contenido.
Cuando una persona lee sobre “un barco de refugiados que naufragó en el Mediterráneo”, ese hecho puede generar una respuesta emocional relevante: “Dependiendo de qué leemos despertamos otras emociones en nuestro cuerpo y esto implica que otro componente cerebral se active”.
Díaz Muñoz subrayó que “las escuelas y las familias tienen el desafío de enseñar a niños y niñas a aprender a leer”, ya que esto amplía el potencial cognitivo y facilita que el aprendizaje se consolide y según su experiencia, "solo hay una forma para aprender a leer: la práctica".
La comparación con la práctica deportiva resulta ilustrativa para el experto: “Hay cerebros que rápido pueden captar e interpretar la información, hay otros cerebros que necesitan ayuda y practicar con más frecuencia, pero todos somos capaces de leer y mejorar nuestra lectura”.
El ejercicio lector desarrolla la capacidad de visualización, la creatividad y la concentración, por lo que Muñoz aseguró que: “Los libros son como un amigo con el que siempre puedes contar”.