
Colombia
El 86 % de los usuarios jóvenes considera que los vapeadores son más seguros que el cigarrillo convencional, aunque contienen sustancias tóxicas y cancerígenas que afectan el cuerpo y el cerebro desde la primera exposición.
Publicado:

Por: Juan Manuel Arias Montenegro
Creativo Digital

El auge de los vapeadores en Colombia ha generado preocupación entre expertos en salud y autoridades educativas debido a su rápida expansión, sobre todo entre los jóvenes universitarios.
Datos del DANE revelaron que más de 315.000 personas vapean regularmente en el país, un aumento del 13 % en los últimos años, lo que ha impulsado campañas de prevención, dado que, a pesar de su apariencia “moderna” y de su promoción como productos de “bajo riesgo”, los hallazgos científicos y médicos confirman que los vapeadores y cigarrillos electrónicos presentan graves riesgos, comparables e incluso superiores a los del cigarrillo convencional.
El consumo de vapeadores resulta especialmente atractivo para adolescentes y adultos jóvenes gracias a su diseño, sabores y la idea de que son menos dañinos.
Pero, un trabajo desarrollado por la Fundación Neumológica Colombiana en colegios de Bogotá dejó en evidencia que el 31 % de estudiantes entre 10 y 17 años había utilizado cigarrillos electrónicos al menos una vez, iniciando en promedio a los 14 años.
Preocupa, además, que un 86 % de quienes los usan creen que son más seguros que el cigarro y más de las tres cuartas partes consideran que ayudan a dejar de fumar.
Al respecto, el doctor Esteban Guerrero, médico del área de Servicios Asistenciales de la Universidad Jorge Tadeo Lozano, señaló: “El problema no es solo el dispositivo o la sustancia, es la falta de información. Muchos jóvenes creen que el vapeo no genera adicción o que es una forma de dejar de fumar. Pero lo cierto es que contiene sustancias tóxicas y cancerígenas que afectan cuerpo y cerebro, incluso desde la primera vez”.
Aunque los dispositivos electrónicos se presenten como una alternativa “saludable”, la evidencia muestra riesgos extensos y efectos dañinos para diversos órganos.
Los cigarrillos electrónicos contienen propilenglicol, un irritante ocular y respiratorio, glicerina, relacionada con neumonía lipoide, altos niveles de nicotina, altamente adictiva, peligrosa para el desarrollo cerebral y del embarazo, metales pesados como plomo o cadmio, formaldehído y sustancias cancerígenas.
El consumo, incluso en productos supuestamente “libres de nicotina”, puede exponer al usuario a químicos dañinos, y algunos vapeadores concentran nicotina equivalente a la de 20 cigarrillos.
Los efectos no se limitan al aparato respiratorio: se han documentado daños hepáticos, renales, orales, conductuales y reproductivos, así como deterioro cognitivo y alteraciones cardiovasculares.
Uno de los peligros más serios reside en la rápida aparición de dependencia, pues según la revista Nicotine & Tobacco Research, los usuarios de cigarrillos electrónicos son 2.2 veces más propensos a desarrollar adicción en los primeros seis meses, cuadruplicando además el riesgo de comenzar a fumar cigarrillos convencionales.
Señales como la necesidad diaria de vapear, ansiedad y tolerancia aumentada indican una dependencia incipiente, muchas veces inadvertida.
El vapeo de segunda mano, es decir, la inhalación involuntaria del aerosol, también toma relevancia, dado que estudios han demostrado que expone a terceros, en especial a niños y personas con enfermedades respiratorias, a las mismas sustancias perjudiciales, con peligro de afecciones pulmonares, imitaciones de conductas y trastornos de salud.
La idea de que los cigarrillos electrónicos son una ayuda eficaz para dejar de fumar carece de respaldo científico.
Instituciones como la FDA no los aprueban para cesación del tabaquismo, y en Colombia, no cuentan con registro como medicamentos ni dispositivos médicos.
Sociedades científicas nacionales e internacionales coinciden en que no hay evidencia suficiente para recomendarlos y que, en vez de reducir el consumo de tabaco, han incrementado su prevalencia en adolescentes.
Entre 2020 y 2022, en Colombia se reportaron 245 casos de lesión pulmonar asociada al vapeo y 59 muertes.
Una revisión sistemática realizada en México alertó sobre las consecuencias respiratorias (tos, bronquitis, asma, EPOC, cáncer) y la peligrosidad multisistémica de los compuestos inhalados.
Los expertos recomiendan no utilizar cigarrillos electrónicos y buscar alternativas de cesación probadas, como la consejería y la terapia farmacológica. Proteger la salud pulmonar y evitar la exposición, propia y de terceros, especialmente niños, es prioritario para contrarrestar los daños irreversibles asociados al vapeo.