Colombia
El exceso de sueño durante el día se relaciona no sólo con el descanso insuficiente, también con riesgos de enfermedades cardiovasculares, diabetes y problemas en el trabajo.
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Por: Juan Manuel Arias Montenegro
Creativo Digital
Diversas personas experimentan cansancio y agotamiento aun después de cumplir con las horas de sueño recomendadas.
Un nuevo estudio internacional, publicado en The Lancet eMedicine, determinó que la fatiga persistente podría estar asociada a procesos metabólicos y hormonales detectados en la sangre, más allá de los hábitos de sueño.
Ante tal escenario, los resultados abren la posibilidad de un diagnóstico más personalizado para quienes viven con cansancio crónico, pese a que sus patrones de descanso parecen adecuados.
El trabajo, liderado por el Brigham and Women’s Hospital, el Instituto Cardiovascular Beth Israel Deaconess y la Escuela de Salud Pública de Harvard, respondió a una inquietud frecuente: ¿Por qué algunas personas sienten sueño todo el día aunque duerman bien?
Para responder, el equipo estudió a más de 6.000 participantes hispanos y latinos en Estados Unidos y cruzó los niveles de 877 metabolitos en sangre con la Escala de Somnolencia de Epworth, herramienta que mide la propensión a dormirse en situaciones cotidianas.
El análisis identificó siete metabolitos directamente vinculados con niveles altos de somnolencia diurna, sobre todo aquellos involucrados en la producción de hormonas esteroides y ácidos grasos de cadena larga.
Estos marcadores pueden configurar un perfil metabólico independiente de causas clásicas como dormir poco o tener alteraciones del sueño, por lo que las diferencias biológicas por sexo fueron notables: entre los hombres surgieron tres metabolitos adicionales ligados al mismo síntoma, lo que sugiere mecanismos diferenciados según el sexo.
Casi un tercio de la población estadounidense sufre somnolencia diurna excesiva, que se asocia a mayor riesgo de enfermedades cardiovasculares, hipertensión, diabetes tipo 2, accidentes laborales y una calidad de vida reducida.
Tradicionalmente, estos síntomas se relacionaron con el déficit de sueño o condiciones como la apnea, pero, según The Lancet eMedicine, la nueva evidencia señala una causa metabólica que puede explicar por qué algunas personas presentan fatiga severa aunque duerman correctamente.
Entre los metabolitos más relacionados con la somnolencia, la investigación resaltó pregnenediol sulfato y tetrahidrocortisol glucurónido, relacionados con la síntesis de hormonas esteroides en la glándula suprarrenal, y ácidos grasos como dihomo-linoleato y docosadienoato, habituales en la dieta.
También se identificaron esfingomielinas y tiramina O-sulfato, esta última relacionada con neurotransmisores implicados en el sueño.
El análisis de red ubicó la biosíntesis de hormonas esteroides como punto central en las vías biológicas asociadas a la excesiva somnolencia diurna.
La fatiga puede adquirir formas severas en el contexto del síndrome de fatiga crónica (SFC) o encefalomielitis miálgica (EM), una condición debilitante caracterizada por fatiga intensa sin causa aparente que no mejora con el descanso y afecta el funcionamiento diario.
De acuerdo con la Academia Nacional de Medicina, el diagnóstico exige fatiga persistente por más de seis meses, malestar después del esfuerzo, sueño no reparador y disfunción cognitiva o intolerancia ortostática.
El origen del SFC todavía genera debate, pues se exploraron diversos virus y factores ambientales, pero no se halló un desencadenante causal único.
Los exámenes de laboratorio suelen ser normales y se emplean con frecuencia para descartar otras causas, por lo que en pruebas de neuroimagen, como la resonancia magnética funcional (fMRI), algunos estudios hallaron patrones anómalos en la respuesta cerebral ante estímulos.
El tratamiento para el SFC se centra en aliviar síntomas específicos, pues las terapias cognitivas y ejercicios físicos presentaron resultados variables en estudios internacionales, aunque agencias de salud estadounidenses han retirado algunas indicaciones tras revisiones de evidencia.
El ejercicio mejora algunos aspectos como el sueño y la función física, pero no muestra efectos claros en el dolor o la ansiedad, razones por las que la evolución clínica resulta diversa, con períodos de remisión o recaída, y un porcentaje importante de personas logra regresar parcial o totalmente a su actividad laboral.