Colombia
El desarrollo de herramientas capaces de detectar nuevas variantes del virus y la historia de la primera prueba diagnóstica destacan la importancia de la innovación científica en el combate contra la infección.
Publicado:
Por: Juan Manuel Arias Montenegro
Creativo Digital
El virus de inmunodeficiencia humana (VIH) permanece como uno de los mayores retos de salud pública en el mundo, pues desde la identificación de la enfermedad a comienzos de la década de 1980, la respuesta médica y social ha evolucionado, pero el diagnóstico temprano sigue siendo una deuda pendiente.
A nivel global, de acuerdo con el informe más reciente de ONUSIDA, en 2023 unas 39.9 millones de personas vivían con VIH y 630.000 fallecieron ese mismo año por complicaciones vinculadas al virus, lo que se traduce en una vida perdida cada minuto.
Uno de los desafíos más apremiantes es el elevado número de personas que ignoran su diagnóstico, dado que actualmente, cerca de 5.4 millones de personas viven con VIH sin saberlo, lo que incrementa el riesgo de transmisión y dificulta el acceso temprano al tratamiento antirretroviral.
En Colombia, la situación refleja la tendencia mundial, pues según datos de la Cuenta de Alto Costo sitúan en más de 185.000 las personas que viven con VIH en el país hasta enero de 2024.
La mayoría son hombres de entre 25 y 39 años, concentrados principalmente en Bogotá, Atlántico, Antioquia y Valle del Cauca; además, entre febrero de 2023 y enero de 2024 el país registró un aumento del 12,4% en los casos prevalentes, una cifra que resalta la dificultad para contener la expansión del virus.
La realidad global y local pone en evidencia que uno de los principales obstáculos en la lucha contra el VIH reside en el bajo acceso a diagnóstico y tratamiento.
Más de 9 millones de personas en el mundo no reciben terapia antirretroviral, un factor determinante es la naturaleza silenciosa de la infección, que puede permanecer sin síntomas durante años, lo que permite que muchos portadores transmitan la enfermedad sin saberlo.
La conmemoración de los 40 años del lanzamiento de la primera prueba para VIH por parte de Abbott, en el contexto del Día Mundial de la Prueba de VIH, deja en evidencia la mesa la urgencia de fortalecer el trabajo en diagnóstico y pedagogía.
Al respecto, el doctor Guillermo Orjuela, director del Área Médica de la línea de Transfusión de Abbott, remarcó la relevancia de las pruebas rápidas que facilitan el diagnóstico oportuno y la intervención temprana, factores esenciales para frenar el avance del virus.
Aproximadamente un tercio de los diagnósticos de VIH se realiza de forma tardía, lo que limita las posibilidades de tratamiento exitoso y aumenta la probabilidad de nuevos contagios.
Por tal motivo, conocer el estado serológico resulta fundamental, en especial para quienes han tenido relaciones sexuales sin preservativo, compartido agujas, o recibido transfusiones de sangre no seguras.
Para responder a estos desafíos, ONUSIDA propuso la meta 95-95-95: que el 95 % de las personas con VIH conozcan su diagnóstico, el 95 % de quienes han sido diagnosticados accedan al tratamiento, y el 95 % de tratados logre suprimir su carga viral.
Alcanzar estos objetivos requiere ampliar la oferta y el acceso a las pruebas, por lo que promover la educación sexual, eliminar barreras y estigmas, y fortalecer la capacidad del sistema de salud para enfrentar el virus.
La primera prueba diagnóstica de Abbott significó un avance crucial, pues permitió mejorar la seguridad de las transfusiones sanguíneas y sentó las bases para los desarrollos actuales, que ya identifican incluso nuevas variantes del virus.
Cuatro décadas después, la prevención y la detección temprana se mantienen como prioridades para salvar vidas y limitar el impacto de la pandemia, pues según el doctor Orjuela, la innovación científica y tecnológica debe seguir en primer plano para enfrentar los desafíos que plantea el VIH actualmente.
El avance contra la infección depende, en última instancia, de la acción conjunta entre sistemas de salud, organizaciones internacionales, sectores privados y la ciudadanía para identificar y tratar a tiempo los casos, cortar la cadena de transmisión y trabajar hacia el cumplimiento de las metas globales de control de la pandemia.