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Científicos destacaron que mejorar la calidad y cantidad del descanso nocturno disminuye la incidencia de enfermedad de Alzheimer, aunque existan factores hereditarios.
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Por: Juan Manuel Arias Montenegro
Creativo Digital
Un estudio de la Universidad de Harvard adviritó que dormir menos de seis horas por noche se asocia a un aumento del riesgo de desarrollar demencia y de morir antes de tiempo.
Los hallazgos, publicados por Harvard Health Publishing, reafirmaron la importancia del sueño en la salud cerebral y presentan nuevas evidencias que enlazan la falta de descanso desde la mediana edad con la aparición futura del alzhéimer.
Investigadores de la Facultad de Medicina de Harvard analizaron datos de más de 2.800 personas mayores de 65 años participantes en el Estudio Nacional de Tendencias de Salud y Envejecimiento de Estados Unidos.
El equipo comparó autoinformes sobre patrones de sueño en 2013 y 2014 con sus diagnósticos y mortalidad cinco años después.
Así, el grupo que reportó dormir menos de cinco horas por noche presentó el doble de probabilidades de padecer demencia y fallecer al cotejarlo con quienes descansaban entre seis y ocho horas, según publicó Harvard Health Publishing.
Un segundo trabajo europeo, que involucró a casi 8.000 personas en Francia, Reino Unido, Países Bajos y Finlandia, mostró que quienes dormían seis horas o menos a los 50, 60 y 70 años veían incrementado en 30% el peligro de desarrollar demencia frente a los que dormían siete horas en promedio.
La mediana del diagnóstico de demencia se ubicó en 77 años y buena parte de la cohorte validó su sueño con acelerómetros portátiles, corroborando los datos autoinformados.
Los autores enfatizaron que el riesgo de alzheímer y otras formas de demencia vinculado a la falta de sueño se origina en la mediana edad.
Factores como insomnio, jornadas laborales extendidas, estrés y múltiples responsabilidades, suelen reducir las horas de descanso: "Dormir apenas cuatro o cinco horas cada noche durante los años laborales incrementa la probabilidad de desarrollar demencia en la jubilación", explicó el neurólogo Andrew E. Budson.
El estudio reveló información importante que ayudó a resolver la duda sobre si la mala calidad del sueño era una consecuencia temprana de los trastornos neurodegenerativos, pero el seguimiento de individuos desde edades cercanas a los 50 años permitió discriminar que la privación crónica de descanso antecede y predispone al deterioro neurológico experimentado décadas después.
Función del sueño en la eliminación de toxinas cerebrales Entre las explicaciones científicas para este fenómeno destaca la acumulación del beta amiloide, una proteína vinculada a las placas propias del alzhéimer. Durante el sueño, las células cerebrales y sus conexiones se reducen de tamaño, lo que genera mayor espacio para la depuración de toxinas. En palabras recogidas por Harvard Health Publishing, "si el cerebro no recibe descanso suficiente, no logra eliminar el beta amiloide y otras sustancias, las que se acumulan de forma progresiva hasta precipitar la demencia".
Este proceso adquiere especial importancia en contextos en los que el sueño deficitario se instala por motivos modificables, como rutinas laborales, uso excesivo de pantallas o hábitos poco saludables.
La investigación explicó que mejorar la calidad y duración del sueño reduce el riesgo de presentar signos clínicos de alzhéimer, incluso en personas con factores de riesgo genético elevado: "Un descanso nocturno adecuado no solo disminuye la incidencia de la enfermedad, también reduce otras alteraciones en el tejido nervioso observadas en el alzhéimer", agregaron los expertos.
Dormir entre seis y ocho horas, según las evidencias recopiladas por la Universidad de Harvard, emerge como una medida de salud cerebral equiparable a la dieta o la actividad física.
Las recomendaciones desaconsejan los fármacos para dormir, priorizando estrategias no farmacológicas como higiene del sueño, rutina estable y reducción de estímulos lumínicos antes de acostarse.
El jefe de neurología cognitiva y conductual en el Sistema de Salud de Asuntos de Veteranos de Boston, Andrew E. Budson, advirtió en Harvard Health Publishing que “el sueño no constituye una molestia secundaria, sino un pilar esencial para preservar la memoria y protegerse del deterioro neurológico precoz”.