
Colombia
El patriarca de la familia Quintanilla falleció a los 86 años. Su historia está ligada a la música, la resiliencia y al legado eterno de la Reina del Tex-Mex.
Publicado:
Por: Equipo de Redacción
Redacción Digital

La música latina despide a una de sus figuras más influyentes fuera del escenario. Abraham Quintanilla Jr., padre, mánager y principal impulsor de Selena Quintanilla, falleció a los 86 años, según confirmó su hijo A.B. Quintanilla a través de redes sociales.
La noticia generó una ola de reacciones en el mundo del espectáculo y entre millones de seguidores que reconocen en Abraham a una pieza clave en la historia de la Reina del Tex-Mex.
Hasta el momento, la familia no ha revelado las causas de su fallecimiento ni detalles sobre las exequias.
Nacido el 22 de febrero de 1939 en Corpus Christi, Texas, Abraham Isaac Quintanilla Jr. creció en una familia de origen mexicano, orgullosa de sus raíces chicanas.
Desde joven mostró una profunda conexión con la música, una pasión que lo llevó a integrar el grupo Los Dinos en la década de los cincuenta.
A pesar del talento, el camino no fue fácil. La discriminación racial limitó las oportunidades del grupo en una industria que aún cerraba puertas a artistas latinos. Aquellas experiencias marcaron su carácter y definieron su visión sobre el esfuerzo y la disciplina.
En los años sesenta, Abraham dejó temporalmente la música para ingresar a la Fuerza Aérea de Estados Unidos.
Durante ese periodo conoció a Marcella Samora, con quien formó una familia y tuvo tres hijos: A.B., Suzette y Selena.
Al regresar a Texas, intentó consolidar estabilidad económica. Abrió el restaurante Papa Gayo’s, un espacio que, sin saberlo, se convertiría en el primer escenario de su hija menor.
Cuando Abraham descubrió el talento vocal de Selena, tomó una decisión definitiva: apostarlo todo por la música de sus hijos.
Retomó el nombre Los Dinos y formó la banda familiar Selena y Los Dinos, en la que asumió los roles de mánager, productor, mentor y guía.
En un circuito dominado por hombres, Abraham construyó cada detalle del proyecto: repertorio, imagen, disciplina y estrategia.
En 1984, el grupo firmó su primer contrato discográfico y él mismo produjo el álbum debut.
El resultado fue histórico. Selena se convirtió en una de las artistas más influyentes de la música latina y en un símbolo de identidad para millones de jóvenes latinos en Estados Unidos y el mundo.
En 1995, la vida de Abraham cambió para siempre. Selena fue asesinada a los 23 años, un hecho que sacudió a la industria musical y a toda una generación.
Lejos de alejarse, Abraham asumió una nueva misión: proteger y expandir el legado de su hija.
Supervisó lanzamientos póstumos, impulsó homenajes y lideró proyectos que mantuvieron viva su memoria.
Fue productor ejecutivo de la película Selena (1997), protagonizada por Jennifer López, y participó activamente en documentales y series como Selena: La serie de Netflix.
En entrevistas recientes, Abraham habló sin rodeos sobre Yolanda Saldívar y su posible liberación.
Sus palabras reflejaron resignación, firmeza y una herida que nunca cerró. Para él, ninguna decisión judicial cambiaría la ausencia de su hija.
Esa honestidad lo convirtió, para muchos, en una figura polémica. Para otros, en un padre que nunca dejó de defender la memoria de Selena.
Junto a su familia, Abraham creó la Fundación Selena, enfocada en apoyar a niños en situación de vulnerabilidad.
En 2021 publicó sus memorias, El sueño de un padre: la trayectoria musical de mi familia, donde narró los sacrificios, caídas y aprendizajes detrás de un éxito construido desde abajo.
Su historia no solo habla de fama, sino de perseverancia, identidad y amor familiar.
El fallecimiento de Abraham Quintanilla cierra un capítulo fundamental en la historia de la música tex-mex y latina.
Su figura permanece ligada para siempre a la voz, la imagen y el legado de Selena.
Hoy, a casi tres décadas de la partida de la cantante, su padre se despide dejando una huella profunda.
No fue un artista de multitudes, pero sí el arquitecto silencioso de un fenómeno cultural que sigue vivo.
Porque mientras la música de Selena suene, el sueño de Abraham Quintanilla seguirá intacto.