Colombia
Mientras varias naciones amplían las restricciones, los estudios siguen sin establecer una relación clara entre las prohibiciones y la prevención de problemas de salud en escolares.
Publicado:
Por: Juan Manuel Arias Montenegro
Creativo Digital
En Colombia y diferentes partes del mundo, la prohibición de teléfonos inteligentes en las escuelas se ha convertido en una tendencia en rápido crecimiento, pese a que la evidencia científica sólida que justifique esta medida es escasa.
Cerca del 40% de los países han implementado algún tipo de restricción en los últimos dieciocho meses, por lo que este auge de regulaciones contrasta con la falta de consenso en la comunidad académica respecto a los beneficios y riesgos reales de estas políticas.
Según Manos Antoninis, director del informe de seguimiento de la educación mundial de la Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura (Unesco), el porcentaje de países que han adoptado prohibiciones en escuelas creció del 24% al 40% entre julio de 2023 y diciembre de 2024.
Aunque algunos medios afirmaron que la Unesco promovía la prohibición total, Antoninis matizó esa percepción y destacó que las recomendaciones de la organización favorecen regulaciones flexibles adaptadas a cada contexto.
Antoninis remarcó que no existen pruebas contundentes de la efectividad de estas restricciones, dado que la presencia ubicua de teléfonos fuera del horario escolar diluye cualquier impacto potencial de la prohibición parcial durante las horas de clase.
Algunas evaluaciones iniciales, como los estudios Pisa de la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos (Ocde), muestran una correlación entre el uso de dispositivos en contextos no pedagógicos y resultados académicos más bajos; sin embargo, la evidencia sigue sin ser concluyente y existen dudas sobre su causalidad.
Por su parte, Victoria Goodyear, investigadora en la Universidad de Birmingham, afirmó que "la evidencia en relación con la prohibición de teléfonos inteligentes en las escuelas es prácticamente nula".
Goodyear lideró un estudio aplicado en 30 instituciones educativas de Inglaterra, en el que se analizó los efectos de las restricciones.
Los resultados sugirieron que limitar el uso contribuye a mejorar la convivencia escolar y puede aumentar la actividad física en recreos, pero los hallazgos sobre salud, aprendizaje y bienestar mental muestran patrones inconsistentes.
En ese contexto, la profesora Marilyn Campbell de la Universidad Tecnológica de Queensland, advirtió que la presión por prohibir los teléfonos suele responder más a campañas mediáticas y políticas que a pruebas científicas firmes.
Campbell citó a autores como Jean Twenge y Jonathan Haidt, cuyo libro The Anxious Generation ha despertado críticas por presuntas interpretaciones sesgadas de la investigación.
La relación entre el uso de teléfonos y daños a la salud mental en jóvenes se sustenta principalmente en correlaciones, sin que exista una prueba definitiva de causalidad.
“Los datos tienden a mostrar que no hay beneficios en las políticas restrictivas sobre teléfonos escolares, y tampoco hay evidencia de que permitir teléfonos en las escuelas sea perjudicial”, aseguró Goodyear.
La diversidad de enfoques en la aplicación de las prohibiciones agrega otra capa de complejidad, pues en algunos centros, los alumnos dejan el móvil al ingresar; en otros, solo se les pide que lo mantengan guardado durante la clase.
Esto dificulta realizar mediciones homogéneas del impacto de la medida, pues el 29% de los estudiantes en países de la Ocde en los que existen prohibiciones confesó utilizar el teléfono “varias veces al día” dentro del recinto escolar.
Amy Orben, a cargo del programa de salud mental digital en la Universidad de Cambridge, aseguró que “la evidencia es incompleta y está en constante evolución”, pues subrayó que la toma de decisiones no se realiza sobre bases definitivas y plantea el desafío de actuar ante pruebas limitadas, sopesando los riesgos de prohibir sin suficiente respaldo frente a los potenciales daños de no regular.