Colombia
Los gustos musicales del papa Francisco van de Mozart a Bob Dylan, reflejando su visión del arte como camino espiritual y humano.
Publicado:
Por: Equipo de redacción
Si algo dejó claro el papa Francisco a lo largo de su pontificado fue que la cultura, en sus múltiples formas, no es solo un pasatiempo, sino un camino profundo hacia lo espiritual. La música, en particular, ocupó un lugar central en su vida, no solo como expresión artística, sino como forma de oración, de reflexión y, sobre todo, de conexión humana.
En una entrevista con The Guardian, Francisco definió el arte como una actividad tan fundamental como el trabajo o la oración. “Incluso las formas de expresar la verdad pueden ser multiformes”, afirmó. En ese marco, su amor por la música no sorprende, pero sí deslumbra por su variedad: desde la ópera hasta el tango, desde Bach hasta Bob Dylan.
Aunque el Papa mostró un profundo respeto por la música clásica, su obra favorita es ‘La pasión según San Mateo’, de Bach, y también admira la ‘Misa en do menor’ de Mozart. También confesó disfrutar de Richard Wagner, aunque con moderación: “Me gusta escucharlo, pero no siempre”. ‘Parsifal’, la última ópera del alemán, Wilhelm Furtwängler, le genera un aprecio especial por su carga espiritual.
Pero el papa Francisco no se limita a los salones clásicos. Su gusto musical se extiende a terrenos menos esperados: Elvis Presley, Edith Piaf, Ennio Morricone, e incluso artistas de culto como Patti Smith y leyendas como Bob Dylan. De este último, dijo haber sido profundamente tocado por la canción ‘Blowin in the Wind’. Esa sensibilidad musical lo acompañó desde niño, cuando escuchaba ópera en la radio con su madre, cada sábado por la tarde.
Más allá del gusto personal, Francisco entendió la música como metáfora de la vida. En uno de sus discursos a jóvenes músicos, expresó que “en la vida, como en la música, es necesario sintonizar armoniosamente con los demás”, dejando espacio a la individualidad, pero siempre en relación con el entorno. Es un mensaje que revela su visión de la música como herramienta para crear comunidad y tender puentes.
El tango, claro, ocupa un lugar especial. Jorge Mario Bergoglio, su nombre de pila, no solo lo escuchaba: lo bailaba en su juventud. En la película ‘Los dos papas’, hay una escena que lo retrata enseñando a Benedicto XVI unos pasos de tango, antes de convertirse en el líder de la Iglesia. Su reacción fue igual de emotiva cuando la Orquesta Filarmónica de San Pedro Sula interpretó ‘Por una cabeza’ en la Plaza San Pedro, una melodía que lo conectó con sus raíces argentinas.
Su cercanía con la música era tal que, en el Vaticano, se habilitó una audioteca con su nombre. Nació a partir de un intercambio de discos entre el papa y el cardenal Gianfranco Ravasi, quien terminó recibiendo una caja llena de álbumes acompañados por notas manuscritas. Entre los discos figuraban música góspel, tango, folk y pop, lo que confirma que el papa no distinguía entre géneros, sino entre emociones.
En lo más íntimo, la música formó parte del alma del pontífice. Le gustaban las letras poéticas, los arreglos clásicos, pero también los sonidos nuevos, los cantantes que transmiten verdad. Su colección incluye desde Carlos Gardel y Amelia Baltar hasta ‘The Times They Are A-Changing', ese himno de cambio que, según confesó, lo emocionaba.
El papa Francisco falleció la mañana del 21 de abril en Roma, según confirmó el Vaticano a través del Cardenal Kevin Farrell. Su pontificado, iniciado en 2013, se caracterizó por un enfoque cercano, humano y abierto al diálogo con la cultura y el arte.