Colombia
Lina Hernández profundizó en las raíces emocionales de la dependencia afectiva y advirtió sobre la influencia de la infancia en la manera de justificar abusos.
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Por: Juan Manuel Arias Montenegro
Creativo Digital
Las relaciones tóxicas son una realidad que afecta el bienestar emocional y mental, generando consecuencias como ansiedad, depresión y baja autoestima.
Por tal motivo, la experta en empoderamiento femenino, Lina Hernández, profundizó sobre este fenómeno durante una entrevista para Radio Tiempo, en la que expuso cómo identificar estos vínculos y por qué resulta difícil salir de ellos.
Según Lina Hernández, una relación tóxica suele manifestarse a través del agotamiento emocional y la confusión permanente.
Las personas que las experimentan tienden a sentirse perdidas, incapaces de tomar decisiones y frecuentemente justifican el comportamiento de su pareja, incluso cuando resulta hiriente o limitante.
En ese sentido, Hernández remarcó que la presencia de ansiedad, así como el aumento del cortisol, la hormona del estrés, pueden ser señales físicas que acompañan el deterioro emocional.
Uno de los puntos centrales para identificar una relación tóxica es el surgimiento de dudas constantes sobre el propio valor y el temor persistente a que el otro encuentre a “alguien mejor”; también, aparecen dificultades para establecer límites y expresar inconformidades.
Por lo tanto, Hernández planteó tres preguntas que pueden ayudar a detectar la toxicidad: ¿me siento confundida y sin rumbo?, ¿justifico frecuentemente las conductas ajenas?, ¿me cuesta poner límites o expresar mis necesidades?
En la conversación, Hernández explicó que muchas personas permanecen en relaciones tóxicas debido a heridas emocionales originadas en la infancia, especialmente las relacionadas con el abandono y el rechazo.
Cuando en la niñez no se recibió suficiente afecto o validación, se desarrollan patrones de dependencia afectiva en la vida adulta; así, la búsqueda constante de aprobación y el temor a quedarse solo llevan a aceptar migajas de cariño, generando un círculo difícil de romper.
La coach señaló que quienes han crecido con carencias emocionales pueden ser blanco fácil de manipuladores o personas narcisistas, que aprovechan estas vulnerabilidades para ejercer control.
En este contexto, la manipulación, la ridiculización y el menosprecio se convierten en mecanismos frecuentes dentro de la dinámica tóxica.
En el diálogo, Hernández alertó sobre ciertas conductas que delatan la presencia de una relación tóxica: humillaciones recurrentes, comentarios que minimizan, control sobre las actividades y relaciones del otro, y manipulación económica o emocional, aunque aclaró que no todo desacuerdo o reclamo constituye toxicidad, pues la diferencia radica en la capacidad de comunicar molestias y límites sin que esto implique temor, culpa o pérdida de valor propio.
En una relación sana, los límites se respetan, se fomenta la empatía y existe un ambiente en el que cada parte puede expresar sus necesidades sin miedo a represalias; por el contrario, la dinámica tóxica genera un estado de alerta constante, donde la inseguridad y la desconfianza prevalecen.
Hernández enfatizó que no corresponde a nadie salvar a su pareja ni cargar con la responsabilidad de su bienestar emocional.
El primer paso para salir de una relación tóxica es reconocer la presencia de heridas personales no trabajadas y buscar ayuda profesional, por lo que para la experta, recurrir a un coach, un psicólogo o una red de apoyo no indica debilidad, sino sentido de responsabilidad personal.
La valentía aparece como un requisito fundamental para iniciar cambios y practicar el establecimiento de límites, razón por la que Hernández recomendó identificar las propias necesidades, priorizar el bienestar individual y generar una red de apoyo capaz de acompañar el proceso.
Reconocer el desgaste, admitir las propias heridas y comprometerse con la sanación permite romper con ciclos dañinos y construir relaciones más sanas y equitativas.