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La mayoría de los casos se detectan en fases avanzadas, momento en que las opciones de tratamiento son limitadas y el pronóstico se agrava.
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Por: Juan Manuel Arias Montenegro
Creativo Digital

El cáncer de pulmón representa la principal causa de muerte oncológica en el mundo, según la Organización Mundial de la Salud (OMS), dado que cada año, cerca de 1.8 millones de personas fallecen por esta enfermedad, de acuerdo con la American Cancer Society.
Los expertos alertan que esta patología suele diagnosticarse en estados avanzados, lo que limita las alternativas terapéuticas y reduce considerablemente las probabilidades de supervivencia.
La OMS advirtió que la mayoría de los casos de cáncer de pulmón se detectan en fases avanzadas, cuando los tratamientos disponibles resultan menos efectivos.
Desde el organismo se remarca que “el cribado de las personas de alto riesgo puede permitir la detección precoz de la enfermedad y mejorar drásticamente las tasas de supervivencia”; por este motivo, la implementación de estrategias de cribado dirigidas a los grupos de mayor riesgo es considerada una herramienta prioritaria en salud pública.
Expertos de Harvard Health sostienen que ante la sospecha de cáncer de pulmón, “el médico presta especial atención a los pulmones y el tórax”, y suele solicitar “pruebas de imagen para comprobar si hay masas en los pulmones”.
La elección del tratamiento dependerá siempre del tipo específico de tumor y del estadio en el que se encuentre al momento del diagnóstico.

El doctor Gustavo Lyons, cirujano de tórax de la Clínica del Sol y especialista en cáncer de pulmón, enfatizó que el enfoque terapéutico trasciende los avances médicos: “Un paciente sostenido por su familia y por un equipo médico empático afronta el proceso con mayor fortaleza. El tratamiento no solo se dirige al tumor, sino también a la persona en su totalidad”.
Lyons dirige un programa de detección temprana que ofrece seguimiento integral a personas en cada una de las etapas del proceso. Los candidatos priorizados para el cribado son personas mayores de 50 años con antecedentes de consumo de tabaco.
Ante este escenario, la American Cancer Society especificó que “las pruebas de detección del cáncer de pulmón se recomiendan a determinadas personas que fuman o solían fumar, pero que no presentan signo o síntoma alguno”.
Si se detecta en estadios tempranos, cuando el tumor es pequeño y aún no se ha diseminado, existen mayores probabilidades de éxito terapéutico.
El tabaquismo constituye el principal factor de riesgo para desarrollar cáncer de pulmón, pues la exposición al humo del cigarrillo, tanto de forma activa como pasiva, explica la mayoría de los diagnósticos.
La Mayo Clinic explicó que “fumar daña las células que recubren los pulmones desde la primera exposición”, y que el riesgo aumenta con la cantidad de cigarrillos y la duración del hábito, aunque dejar de fumar disminuye considerablemente la probabilidad de enfermar.
Esta patología también puede afectar a personas sin antecedentes de tabaquismo ni exposición al humo del tabaco. Los Centros para el Control y Prevención de Enfermedades (CDC) informan que “alrededor del 10% al 20% de los casos anuales en Estados Unidos se presentan en personas que nunca fumaron”.
Factores como la exposición a radón, contaminación atmosférica, antecedentes familiares, asbesto o radioterapia previa en el tórax incrementan el riesgo. Según los CDC, “el radón contribuye a aproximadamente 2.900 casos cada año en quienes no fuman”.

La clasificación médica distingue dos grandes grupos: el cáncer de pulmón de células no pequeñas (Nsclc), que representa entre el 80 y el 85% de los casos, incluye adenocarcinoma, carcinoma de células escamosas y carcinoma de células grandes, y el cáncer de pulmón de células pequeñas (Sclc), con un 10-15% de los diagnósticos y tendencia a la metástasis temprana.
La American Cancer Society detalla que el “adenocarcinoma de pulmón es el tipo más frecuente, tanto en fumadores como en quienes nunca fumaron”.
El carcinoma de células escamosas aparece íntimamente ligado al tabaquismo, mientras que el de células grandes es menos común y se caracteriza por una alta velocidad de propagación.
En las primeras etapas, este cáncer rara vez produce síntomas, por lo que conforme avanza pueden presentarse tos persistente, tos con sangre, dolor torácico, disnea, sibilancias y descenso de peso.
Los CDC insisten en que “estos síntomas pueden coincidir con otras afecciones, por lo que es fundamental consultar ante su aparición”.
##Prevención y reducción del riesgo
Las estrategias preventivas apuntan principalmente a la adopción de hábitos de vida saludables y la eliminación de exposiciones dañinas.
Las recomendaciones incluyen no fumar, evitar ambientes con humo, controlar los niveles de radón en el hogar y reducir el contacto con agentes como asbesto, arsénico y sílice; como también, llevar una dieta equilibrada y realizar actividad física refuerzan la protección frente al cáncer de pulmón.