Colombia
Desde Bogotá hasta zonas apartadas del país, la Fundación evidencia que invertir en educación redunda en desarrollo social, aun frente a la escasez de recursos y el conflicto armado.
Publicado:
Por: Juan Manuel Arias Montenegro
Creativo Digital
La Fundación Fe y Alegría Colombia alcanzó más de un millón de personas beneficiadas con acceso a educación desde su creación hace 54 años, consolidando su impacto como motor social en diferentes regiones del país.
A pesar de estos avances, el desafío de expandir la cobertura educativa en la ruralidad dispersa se mantiene como la meta principal para el período 2025, en un contexto nacional en el que solo el 31% de los jóvenes rurales finaliza la educación media, según datos del Ministerio de Educación Nacional.
Durante 2024, Fe y Alegría gestionó 130 instituciones educativas y acompañó a cerca de 200.000 familias, en las que el 64% de los colegios administrados por la Fundación registraron mejoras en los puntajes de las pruebas Saber 11, con nueve instituciones aumentando más de 10 puntos en su puntuación global frente al ciclo anterior.
Para 2025, la meta se centra en consolidar estos avances y lograr mejoras en al menos el 70 % de los planteles bajo su gestión.
El padre Juan Manuel Montoya Parra, S.J., director nacional de Fe y Alegría, reconoció: “Tenemos un sueño y es tener mucha más cobertura en la ruralidad. Para lograr esto necesitamos que las secretarías de educación de cada gobernación conecten con nosotros. La ruralidad es un desafío para Fe y Alegría, sobre todo la dispersa, donde el acceso a todos los niveles es limitado”
La tasa de promoción escolar supera el 90 % en la mayoría de las regiones donde opera la Fundación. Los programas de acompañamiento psicosocial atendieron a más de 9.900 estudiantes con alto riesgo de abandono escolar en el último año, reforzando la estrategia de permanencia.
La primera infancia también recibió atención prioritaria, con 7.878 niños beneficiados a través de esquemas integrales que incluyen nutrición, cuidado y estimulación.
Fe y Alegría informó que, al fortalecer estos componentes, se incrementa la protección y el desarrollo en sectores con altos índices de pobreza y violencia.
A las acciones formales en colegios, la Fundación sumó esfuerzos dirigidos a la empleabilidad, por lo que más de 6.900 jóvenes participaron en programas de formación técnica y para el trabajo, abriendo oportunidades hacia la movilidad social y la inserción laboral en distintos sectores productivos.
Fe y Alegría resaltó que más de 13.500 familias formaron parte de procesos de formación y acompañamiento, dinamizando la convivencia escolar y el fortalecimiento comunitario.
La brecha educativa en Colombia persiste, pese a las reformas en curso, debido a que miles de familias todavía dependen de iniciativas comunitarias para garantizar la continuidad educativa de sus hijos.
El impacto de la Fundación en zonas rurales distanciadas demuestra que la educación puede ser la principal respuesta frente al abandono estatal, el conflicto armado y la exclusión social.
El padre Montoya remarcó que: “Lo que hemos conseguido en calidad y permanencia escolar, incluso sin internet, con hambre y en medio del conflicto, debe ser leído como una lección de país: invertir en educación, funciona y salva vidas. Nuestros resultados muestran que sí es posible mejorar la calidad y el acceso a la educación en contextos adversos”.
Actualmente, la experiencia de Fe y Alegría exhibe la transformación de barrios y comunidades: jóvenes que logran convertirse en los primeros profesionales de sus familias y madres cabeza de hogar que acceden a entornos educativos seguros para sus hijos.
Desde Bogotá hasta regiones apartadas, los resultados respaldan la labor de la educación popular y su papel fundamental en la reconstrucción del tejido social.
La organización enfatizó que ninguna restricción presupuestaria ni falta de voluntad política debería frenar la expansión de modelos exitosos en más municipios del país.
El dato de más de un millón de colombianos impactados en 54 años refuerza la magnitud del cambio logrado hasta la fecha.