Colombia
Detectar de forma oportuna los distintos tipos de artritis, como la osteoartritis, la artritis reumatoide y la gota, es esencial para mejorar la calidad de vida y minimizar complicaciones crónicas.
Publicado:
Por: Juan Manuel Arias Montenegro
Creativo Digital
El dolor en articulaciones como rodillas, caderas, dedos, tobillos y hombros es una de las quejas más frecuentes entre adultos de todas las edades.
La artritis reúne cerca de 100 enfermedades que afectan las articulaciones, según informa la Universidad de Harvard, y representa una de las principales causas de discapacidad en todo el mundo.
Las consecuencias de estas enfermedades varían según el tipo de artritis y su severidad, lo que convierte al diagnóstico preciso y al tratamiento oportuno en factores clave.
La artritis no es una sola entidad, sino un grupo amplio de trastornos, entre los que se destacan la osteoartritis, la artritis reumatoide, la gota y la artritis psoriásica, entre otros.
La osteoartritis (OA) es la forma más frecuente; ocurre por el desgaste del cartílago, lo que provoca que los huesos se rozan, principalmente en manos, columna, rodillas y caderas, y genera dolor y disminución en la movilidad.
El primer síntoma suele ser dolor posterior a la actividad física intensa o uso excesivo, además de rigidez matutina que se alivia tras algunos minutos de movimiento.
En contraste, la artritis reumatoide (AR) es un trastorno autoinmune, en el que el sistema inmunitario ataca equivocadamente el tejido sano de las articulaciones.
Los síntomas incluyen dolor, hinchazón, calor, enrojecimiento y deformidades articulares progresivas, que suelen afectar ambos lados del cuerpo en forma simétrica; también, se pueden presentar síntomas en órganos internos como corazón, pulmones y ojos.
La gota, otra forma común, se debe a la acumulación de ácido úrico en sangre y tejidos, en el que el exceso de este compuesto forma pequeños cristales que se depositan en las articulaciones, produciendo dolor, enrojecimiento e inflamación.
Harvard Health Publishing precisó que la gota suele presentarse primero en una sola articulación, habitualmente en el dedo gordo del pie, aunque puede manifestarse en otras ubicaciones.
Dentro de los tipos menos frecuentes aparece la artritis reactiva, desencadenada por infecciones de transmisión sexual o gastrointestinal, relacionada con genética específica que aumenta el riesgo de desarrollarla.
Otro subtipo relevante es la artritis psoriásica, que combina la inflamación articular con síntomas de psoriasis en la piel. Esta última presenta cinco variantes clínicas, desde formas leves hasta tipos destructivos como la artritis mutilante.
Pese a sus diferencias, la mayoría de las artritis comparten síntomas: inflamación, dolor, rigidez y alteraciones en la movilidad jointual y la intensidad y frecuencia varían, así como la localización.
La osteoartritis se identifica por dolor localizado que empeora con el uso y se alivia con el reposo, aunque en casos avanzados persiste durante la noche e interfiere con el sueño; otros síntomas incluyen sensación de rechinamiento, bultos óseos y flexibilidad reducida.
En la artritis reumatoide, el dolor se acompaña de hinchazón, limitación funcional y rigidez, sobre todo al iniciar el día, dado que pueden aparecer nódulos reumatoides bajo la piel, junto a fatiga, fiebre leve y pérdida de peso.
En ese caso, el dolor de la AR como sordo y persistente, con episodios de rigidez matinal superiores a 30 minutos.
La gota se distingue por ataques abruptos y muy dolorosos en una sola articulación, que se hincha y enrojece; además de dolor articular, pueden aparecer tofos, nódulos de cristales, en pies, manos y orejas.
La selección de articulaciones afectadas depende del tipo de artritis: osteoartritis suele comenzar en rodillas, caderas, manos o columna, y puede progresar hacia múltiples articulaciones, mientras que en la artritis reumatoide es habitual el compromiso simultáneo de varias áreas, especialmente manos, muñecas, pies, codos, hombros y cuello.
En el caso de la gota, el dedo gordo del pie es el sitio inicial más común, aunque pueden involucrarse otras articulaciones en crisis sucesivas.
No existe cura definitiva para la artritis, pero la Universidad de Harvard explicó que diferentes estrategias pueden aliviar los síntomas y mejorar la calidad de vida.
Entre ellas se cuentan la terapia de calor o frío, masajes, ejercicio físico adaptado, dieta adecuada, sobre todo en personas con gota, y fisioterapia, con el empleo de dispositivos de ayuda y protección articular.
El tratamiento farmacológico incluye desde analgésicos y antiinflamatorios no esteroideos de venta libre, hasta medicamentos de prescripción como los antirreumáticos modificadores de la enfermedad (Fame) y biológicos, sobre todo en artritis reumatoide.
Por otro lado, las inyecciones locales de corticosteroides y las intervenciones quirúrgicas pueden estar indicadas en casos graves para restaurar la función y reducir el dolor.
La atención médica personalizada y el diagnóstico temprano continúan siendo fundamentales para controlar el avance de los distintos tipos de artritis y limitar su impacto en la vida cotidiana.