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Expertos explican cómo gestionar una discusión de pareja sin gritos y lograr acuerdos. Aprende a comunicarte mejor y fortalecer la relación.
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Creativo Digital

Las discusiones son una parte inevitable de cualquier relación. Sin embargo, la forma en que se manejan puede fortalecer o debilitar el vínculo. El objetivo común suele ser "ganar" o tener la razón, pero esto raramente soluciona el problema de fondo. Los expertos en terapia de pareja coinciden en que el verdadero triunfo no es imponer un punto de vista, sino resolver el conflicto de manera saludable.
En el ámbito de las relaciones afectivas, el concepto de "ganar" una pelea es contraproducente. Si una persona gana, la otra automáticamente pierde, lo que genera frustración y resentimiento. Los terapeutas enfatizan que el éxito real radica en alcanzar la comprensión mutua. Se trata de validar los sentimientos del otro, incluso si no se comparte su perspectiva.
El primer paso para transformar el conflicto es cambiar el objetivo. En lugar de buscar la victoria personal, la meta debe ser el bienestar de la relación. Esto implica dejar de ver a la pareja como un oponente y empezar a ver el problema como un desafío que ambos deben superar juntos, como un equipo.
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La principal causa por la que una conversación se convierte en gritos es la sensación de no ser escuchado o el sentirse atacado. La comunicación asertiva es la herramienta clave para desactivar esta tendencia. Se enfoca en expresar las propias necesidades respetando al otro.
Una técnica fundamental es el uso de los "Mensajes Yo" en lugar de los "Mensajes Tú". Frases que empiezan con "Tú siempre..." o "Tú nunca..." suenan a acusación y ponen al otro a la defensiva. Es más efectivo decir: "Yo me siento abrumada cuando..." o "Yo necesito...". Esto centra el diálogo en los sentimientos propios y no en los defectos ajenos.
Si la tensión aumenta y los gritos parecen inminentes, es vital saber pausar. Acordar un "tiempo fuera" no es evadir el problema, sino evitar que la emoción secuestre la conversación. Se puede decir: "Necesito 20 minutos para calmarme y luego retomamos esto", asegurando que la discusión se completará de forma racional.
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Discutir no es solo hablar; es, sobre todo, saber escuchar. Cuando una persona siente que su pareja realmente entiende su punto de vista, la necesidad de gritar desaparece. La escucha activa implica más que solo oír; requiere prestar atención total, no interrumpir y validar lo que se escucha.
Se puede practicar parafraseando lo que el otro dijo ("Entonces, lo que entiendo que sientes es..."). Esto no significa estar de acuerdo, sino demostrar que se ha recibido el mensaje. Este simple acto puede reducir drásticamente la hostilidad y abrir la puerta a una negociación real donde ambos sientan que sus necesidades fueron consideradas.
Resolver un desacuerdo sin alzar la voz no minimiza la gravedad del problema, sino que maximiza las posibilidades de encontrar una solución duradera. La gestión emocional y la comunicación asertiva son habilidades que se practican y mejoran con el tiempo. Adoptar estas estrategias permite que la pareja enfrente los conflictos como un equipo, fortaleciendo la confianza y el respeto mutuo.
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