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A lo largo del documental, Jesse y Joy abren una ventana íntima a una infancia marcada por el amor a la música, pero también por la rigidez, el miedo y el silencio.
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Creativa Digital
El dúo mexicano Jesse y Joy presentó su documental “Lo que nunca dijimos”, una producción que expone por primera vez los aspectos más personales y dolorosos de su historia familiar. En la serie, los hermanos comparten cómo crecieron bajo la estricta figura de su padre, un pastor evangélico con una fuerte preocupación por la imagen pública y el control, y cómo la música se convirtió en su refugio frente a la presión y el silencio.
La producción, disponible en HBO Max, muestra una faceta hasta ahora desconocida del exitoso dúo. Joy habla de su esfuerzo por convertirse en “la hija perfecta” para evitar conflictos, mientras Jesse recuerda haber sido visto como “la oveja negra”, especialmente tras convertirse en padre adolescente, algo que su familia consideró una vergüenza. Ambos narran cómo esa dinámica marcó su relación con su padre y también su manera de entender la vida y la música.
Las tensiones incluso alcanzaron el terreno artístico: su padre intentaba supervisar sus composiciones, lo que generaba fricciones constantes. Esa necesidad de independencia creativa terminó fortaleciendo su unión como hermanos y los impulsó a crear música desde la libertad emocional.
Entre los recuerdos más significativos, Joy cuenta que en uno de los momentos más difíciles le dijo a su hermano: “Necesitamos hacer el disco de nuestra vida para salirnos de aquí con fuerza”. Aquella frase se convirtió en una declaración de resistencia y en el punto de partida de su madurez artística.
Jesse, por su parte, recuerda que su padre lo obligó a tocar batería desde los seis años. Lo que comenzó como una imposición terminó despertando su pasión por la música. Con el tiempo, ambos comprendieron que su vocación fue el resultado de un entorno complejo, pero también de un vínculo familiar que, aunque imperfecto, los llevó a encontrarse a sí mismos.
El documental también profundiza en la lucha interna de Joy al asumir públicamente su relación con Diana Atri. Durante años vivió con el miedo de decepcionar a sus padres y con la culpa de pensar que “se iría al infierno” por ser fiel a sí misma. Jesse fue su principal apoyo durante ese proceso, asegurándole que contaba con él sin condiciones.
Ambos coinciden en que su padre, pese a sus errores, también intentó romper con patrones del pasado. Hoy lo recuerdan con comprensión y gratitud, reconociendo que su historia, llena de contradicciones, fue el punto de partida para su crecimiento personal y artístico.